lunes, 7 de noviembre de 2011

Los nombres no guardan posibilidades eternas

Me gustaría abrazar
y tener el don de quitar las penas
a quienes quiero,
a las mujeres
a las madres
a las hermanas.
Me gustaría
tener los ritmos del movimiento
del amor,
de los planetas planos, redondos,
de los paradigmas.
Que te sentaras conmigo con una copa
de ron
o de vino
y la pena se fuera
y te entraran las fuerzas del mundo
para olvidarlo,
para seguir sin retroceso.

Me gustaría tener el don de enseñar
los caminos
sin retroceso.

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